Del optimismo a la inoperabilidad: la formación en Defensa, "crucial" en el entorno VUCA
El optimismo que siguió al fin de la Guerra Fría se basó en la idea de que la democracia liberal se impondría como modelo universal, como planteó el politólogo estadounidense Francis Fukuyama en su teoría del “fin de la historia”. Se creía que a partir de ese momento los Estados posthistóricos resolverían sus diferencias a través de la economía y no de la guerra. Sin embargo, los conflictos continuaron en regiones que no alcanzaron ese nivel de desarrollo, y la ONU asumió un papel más ambicioso en el mantenimiento de la paz. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Redacción CEF.- UDIMA
Para contextualizar y disipar dudas del escenario global que atravesamos en materia de seguridad y defensa, el jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME), Amador Enseñat, acudió recientemente a la sede central del Grupo CEF.- UDIMA en Madrid con la ponencia Las Fuerzas Armadas en un entorno estratégico en constante evolución. Estuvo acompañado por el presidente del Grupo Educativo, Arturo de las Heras, así como por profesores y alumnos del Máster en Seguridad, Defensa y Geoestrategia, y de la Facultad de Ciencias Jurídicas de su universidad.
El exdirector del Gabinete Técnico de la ministra de Defensa (2020-2021) explicó cómo han evolucionado los diferentes escenarios geopolíticos desde el final de la Guerra Fría, y cómo lo han hecho paralelamente las organizaciones internacionales de seguridad y defensa (ONU, OSCE, UE Occidental, OTAN y UE). Todo ello para entender cómo se presenta el escenario actual en materia de defensa, y cuáles son las claves que afrontan potencias como la Unión Europea en este ámbito ante conflictos como la guerra en Ucrania y la progresiva externalización y democratización de la tecnología bélica.
Tras la Guerra Fría y ese periodo de optimismo que quedó en una ilusión (pues "occidentalizar" países no implica que ese país llegue al mismo nivel), el 11-S marcó un punto de inflexión, llevando a EE.UU. a declarar una "guerra global contra el terrorismo". Afganistán e Irak se convirtieron en frentes clave, aunque con resultados inciertos o directamente negativos. La Primavera Árabe (2010) también trajo más desestabilización que democratización en el norte de África y Medio Oriente. Y en 2014, Rusia se anexionó Crimea y fomentó conflictos en Ucrania, anticipando la invasión de 2022.
La guerra en Ucrania, recrudecida en estos últimos dos años, ha expuesto los "errores estratégicos de Putin", argumentó Enseñat. Subestimó la resistencia ucraniana y la reacción de Occidente, y lo que planeó como una rápida operación militar se convirtió en un conflicto prolongado, reviviendo tensiones similares a la Guerra Fría y afectando la estabilidad en Oriente Medio y África, detalló el experto.
La ONU, que había intentado modernizar sus operaciones con informes como el de Brahimi (2000) y Ramos-Horta (2015), ha demostrado su "inoperancia frente a la invasión rusa", criticaba. La parálisis del Consejo de Seguridad y la división en la Asamblea General han limitado su capacidad de acción, mientras persisten influencias anticolonialistas en África y Latinoamérica.
En Europa, la OSCE (Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa) perdió relevancia tras la crisis del Donbás, y la UE Occidental desapareció con el Tratado de Lisboa (2009). La OTAN, en cambio, se ha adaptado rápidamente, retomando su papel original de disuasión y defensa. Por su parte, la UE, pese a su potencial militar, sigue lastrada por la falta de interoperabilidad y una toma de decisiones compleja. La actual coyuntura podría no obstante impulsar un verdadero refuerzo de sus capacidades defensivas. Ahora bien ¿cómo se adaptaron estas organizaciones y cómo está afectando ese proceso a los conflictos actuales?
VUCA en Defensa: inversión y adaptación
El entorno geoestratégico actual ha generado una serie de consecuencias a nivel operativo, influenciadas por el marco de actuación, los dividendos de la paz, la tecnología y la dimensión humana de los conflictos. En este contexto, el entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) se aplica a casi cualquier escenario futuro, proseguía Enseñat. "Los Estados y ciudadanos enfrentan amenazas y desafíos interconectados y globales, donde las Fuerzas Armadas pueden intervenir en mayor o menor grado, incluyendo misiones derivadas de compromisos internacionales de seguridad y defensa".
La necesidad de unas Fuerzas Armadas "adaptadas a este nuevo entorno operativo es crucial", defendía Enseñat. "La frontera entre la guerra y la paz se ha difuminado, creando una zona gris donde la actuación por la paz es compleja". Las amenazas y estrategias son híbridas, los conflictos asimétricos y la presencia de actores no estatales es cada vez más común, "actuando entre la gente y para la gente", agregó. Las opiniones públicas se han convertido en centros de gravedad políticos, siendo blanco de ataques físicos y cognitivos (redes sociales, IA).
El marco de actuación incluye operaciones conjuntas, combinadas, integradas y "multidominio", abarcando el ciberespacio y el ámbito cognitivo. Los dividendos de la paz han llevado a disminuir el gasto militar para favorecer el desarrollo económico y el Estado de bienestar. Sin embargo, esto ha resultado en una "reducción drástica de los presupuestos de defensa y en la entidad de las Fuerzas Armadas", afectando su capacidad operativa y material.
La tecnología ha transformado la naturaleza de los conflictos, con la ilusión de una "guerra limpia" y la democratización de herramientas bélicas. La inteligencia artificial, los drones y la ciberguerra requieren un control ético y jurídico para asegurar decisiones humanas en el uso de la fuerza letal. La formación específica del personal es esencial, ya que los nuevos conflictos se desarrollan con menos del 10% de la fuerza militar utilizada en la Segunda Guerra Mundial, en frentes amplios y distantes, donde cada decisión puede tener efectos estratégicos significativos.
"La naturaleza de los nuevos conflictos hace que se desarrollen con menos del 10% de la fuerza militar que había en la II Guerra Mundial", subraya Enseñat: frentes muy amplios, a grandes distancias, y donde cualquiera tiene que tomar decisiones "porque está aislado". Pero son decisiones que pueden tener efectos muy importantes a nivel estratégicos.
"Es decir, cada uno tiene que disponer de una gran formación específica. Un día te mandan a repartir ayuda humanitaria, y otro día tienes que entrar en combate. El ambiente es mucho más complicado y la importancia de la instrucción del personal es muy alta. La tecnología de por sí no resuelve, es importante, pero sigue siendo importante la formación y el factor humano" en los sistemas de defensa, aclaraba Enseñat.