Vivienda para el senior del siglo XXI: autonomía en residencias, mejorar los espacios y buscar la 'intergeneracionalidad'
Residencias, mayores, soledad. Tres palabras que han aparecido casi a diario en los medios durante meses. Ya forman parte del relato de la COVID-19 en España. Tres ideas que, juntas, deberían "llevarnos a una reflexión seria, a nivel social y político, sobre cómo están viviendo nuestras personas mayores; pero no ha sido así". Con esta reflexión ha abierto el periodista senior Arturo San Román la última mesa redonda del 'I Congreso 60 y mucho+' en la sede madrileña del Grupo CEF.- UDIMA hasta el próximo 9 de febrero.
Por Alberto Orellana
Con el apoyo de diversos expertos en gerontología, arquitectura y el sector de las residencias, muy castigado durante la pandemia, el debate ha girado en torno a la situación real en la que viven los mayores y cómo puede mejorarse a raíz de esta crisis. No sólo no son pocos los que van a disfrutar de las mejoras; es que cada vez serán más. En 2019 el Instituto Nacional de Estadística (INE), registraba en España más de 9 millones de personas por encima de los 65 años. Y más del doble si contamos a partir de los 50 años.
Pero de esos, ha comentado Matilde Pelegrí, hay unos siete millones que buscan servicios "adaptados a su realidad". La presidenta Grupo Senda ha recordado que el concepto de 'ser mayor' varía en función de los momentos de la vida de cada uno.
Y ha defendido que la crisis sanitaria "ha maltratado mucho" a las residencias: "un sector que en general tiene buena calidad de cuidado". A esta situación hay que sumar la tendencia que no ha cambiado: la baja natalidad y la progresiva esperanza de vida, que en España será la más alta del mundo (84 años), si acierta un estudio de la Universidad de Washington. Un reto demográfico del que ya se tenía constancia desde los años 80, ha dicho.
Hotel-Hospital: la residencia actual
Para la gerontóloga experta en planificación Mayte Sancho, la crisis sólo ha puesto de manifiesto carencias de un modelo de vida poco natural: personas que viven en centros que está muy institucionalizados. Han mejorado, sí, pero las residencias todavía tienen un marcado carácter de protocolo "en función de tareas, y no en función de las necesidades" de sus huéspedes, ha señalado. Y si preguntas a los mayores, la mayoría lo tiene claro: "Querría seguir viviendo en su entorno habitual".
Actualmente el modelo residencial "transita entre un modelo hospitalario y uno hotelero", según Sancho. "Y no es el modelo para los últimos años", ha recalcado. Se necesita un modelo más cercano, un entorno familiar en el que las personas que te atienden son las mismas. "Yo no querría pasar mis últimos años en un modelo de pasillos, módulo y horarios preestablecidos y que yo no controlo", ha reflexionado la gerontóloga.
También es importante revisar el modelo en sí de los cuidados (las funciones, el protocolo). Para ello la figura del cuidador es clave, y que debería ser aquel que "acompaña a la persona en su nuevo hogar", ha definido Arantxa Ercibengoa. Se busca apoyarles en todo aquello que deseen hacer, en sus deseos y preferencias, ha desgranado.
"Antes nosotras decíamos cómo tenían que hacer todas sus cosas: era una imposición. Ahora preguntamos, qué es lo que quiere y cómo. Se trata de acompañarle, pero que él/ ella dirija su vida (a qué hora se levanta, a qué hora come, qué comer…). Nosotros le asesoramos pero es la persona la que decide, explica esta auxiliar referencial.
'Cohousing' e 'intergeneracionalidad'
En este sentido, parece que diseñar de mejor forma los espacios cobra una relevancia innegable. Así lo entiende Óscar Miguel Ares, arquitecto experto en nuevos modelos de viviendas para mayores. Ha abogado por un mayor compromiso de su sector "con la sociedad, no sólo con las personas mayores, para hacer sitios en los que se pueda vivir de manera más práctica pero también más acogedora".
"Hacemos los ambientes más hogareños…todo pensado en la persona. Módulos más pequeños para conocer mejor a las personas y ellos a nosotros, lo que permite un trato de mayor confianza. Que tengan esa confianza para que nos cuenten si tienen alguna dificultad", abunda Ercibengoa, que indica que, aunque "estamos viviendo un cambio que todavía tiene muchas mejoras", ella siempre ha estado "en la misma residencia".
Como ejemplo de practicismo y redistribución de los espacios, Enrique Mateo ha explicado de su propia experiencia las ventajas del modelo conocido como Cohousing. Él y sus amigos formaron una cooperativa y buscaron sitios para poder vivir juntos. Finalmente construyeron una casa donde cada uno tiene su propio apartamento y también zonas en común. "Vivimos unas 60 personas, ha sido un acierto gigante", comenta. "Y si ocurre algo, hay un cariño y un cuidado de quienes te rodean".
Además, este modelo permite acceder a un concepto que también perseguían Mateo y sus allegados: el coliving o interacción entre generaciones. Algo en lo que el norte de Europa suele llevarnos ventaja, como ha destacado Sancho. En Dinamarca, por ejemplo, donde ella vio modelos de vivienda comunitaria en los que los mayores "reciben sus cuidados en casa y tiene un nivel de protección muy alto", y "conviven con diferentes generaciones".
No obstante, Ares ha puntualizado que si bien ese aspecto intergeneracional es interesante, no deben hacerse "guetos" con este modelo. Y ha añadido: "El 95% de los mayores quieren vivir en sus casas, otra cosa es que estas se encuentren en condiciones para ello, porque tienen su envejecimiento también". Por ello ha instado a la Administración a desarrollar políticas de rehabilitación de viviendas para crear "barrios asistidos para mayores" y facilitar así esa "inter-generacionalidad".