Procastinación: cómo evitarla y que no afecte a nuestro aprendizaje
A todos nos ha pasado alguna vez. Hay que hacer algo que no apetece o que supone un esfuerzo grande y lo vamos dejando, lo vamos dejando, hasta que llega un día en el que nos damos cuenta de que ha pasado un mes desde que nos propusimos hacerlo. Eso tiene un nombre: procastinación, y es más habitual de lo que parece, independientemente de la edad que se tenga. Y es que puede aparecer entre los estudiantes que van dejando el estudio para los últimos días antes del examen o para los profesionales, que también van postergando realizar un proyecto hasta que no hay más remedio que hacerlo.
Por Ana Lacasa
Por todo ello, la procastinación puede tener un impacto negativo en la productividad, el rendimiento y el bienestar general.
Pero ¿cuáles son los factores que pueden contribuir a la procastinación? Hay varios, pero los más normales suelen ser la falta de motivación en hacer una tarea, el miedo al fracaso, la falta de claridad sobre lo que hay que hacer, que sean tareas demasiado grandes o abrumadoras, demasiadas distracciones o incluso falta de confianza en uno mismo.
La clave para evitar esa procastinación será entonces la de poder ser conscientes de las razones por las que se procastina y poner remedio o actuar para evitar que lo que hay que hacer se vaya a demasiado lejos. Cuando se es consciente de lo que desencadena la procastinación, se puede empezar a desarrollar estrategias para evitarlos.
Otra de las maneras para evitar este problema es la de establecer metas pequeñas y alcanzables, de tal manera que esas tareas que parecen muy grandes y abrumadoras, imposibles de realizar, se puedan dividir en algo más pequeño y manejable. De esta manera, esas tareas parecerán menos intimidantes y más fáciles de abordar.
También es interesante establecer plazos realistas. Y es que tener un plazo para realizar una tarea ayudan a mantenerse encaminado y así evitar posponer y posponer llevarlas a cabo. Cuando este plazo está establecido, es más fácil abordar la tarea y terminarla a tiempo.
Por supuesto, hay que eliminar las distracciones que puedan alterar nuestros planes. Así que hay que apagar el teléfono, cerrar el correo electrónico y encontrar un sitio tranquilo para trabajar.
Eso sí, como se trata de algo que no se desea hacer o que supone un esfuerzo, es importante hacer descansos, ya que trabajar durante horas es, además de agotador, poco eficiente, y además lleva a la procastinación. Así que hay que acordarse de hacer descansos habituales para así coger energía y volver a la tarea con otra visión.
Al terminar la tarea, es importante tener alguna recompensa por el trabajo realizado. Esto ayudará a mantenerse motivado y a evitar posponer las tareas futuras.
En el caso de que haya problemas para abordar una tarea, cuya consecución se pone cuesta arriba, es necesario pedir ayuda. No hay que tener miedo a pedir ayuda a un amigo, familiar o compañero de trabajo, ya que a lo mejor, solo se necesita una nueva perspectiva para superar ese obstáculo.
En muchas ocasiones, hay muchas tareas por realizar. Por eso, es importante saber decir que no, negarse a cargarse de más trabajo. Y es que esto ayudará a evitar una sobrecarga de trabajo y posponer las tareas que ya se tienen.
Por supuesto, hay que establecer un horario de trabajo regular, que ayudará a crear una rutina y a evitar posponer las tareas hasta el último minuto.
Es importante cuidarse durante estos trabajos, por lo que hay que dormir lo suficiente, comer sano y hacer ejercicio. Cuando uno se siente bien, se es más productivo y por tanto, se posponen menos cosas.
Cuando se evita la procastinación se pueden tener muchos beneficios, tanto mentales como físicos, como una mejora en la productividad y rendimiento, menos estrés, mayor satisfacción personal, mejores oportunidades de trabajo y más éxito en la escuela o el trabajo.