¿Opositar con 50 años? “Se puede”, pero hay que valorarlo “como un partido de Rafa a seis horas”
Entrevista a David Rodríguez
Trabajando en el SEPE a sus 49 años se embarca hacia el cuerpo de Gestión de la Administración de la Seguridad Social. Tras un suspenso y momentos de incertidumbre en la pandemia, finalmente retoma y aprueba la oposición en junio de 2022. Procedente de la empresa privada en RRHH y fiscalidad, ya conocía al CEF.- del Curso de Técnico Contable. Mientras espera su iniciación como funcionario, echa la vista atrás sobre el “duro sacrificio” ahora recompensado.
Por Alberto Orellana
Por qué empezaste la oposición? ¿Qué termina de convencerte para escoger esta vía?
Creo que a todos -los opositores- nos pasa un poco igual: empiezas en la empresa privada. Yo estuve primero en una asesoría privada unos seis o siete años, y luego 20 años en un holding de moda llevando temas de RRHH, y también fiscales, de Hacienda... En un momento determinado, por la crisis que hubo en el mundo textil, me fui de aquel grupo que estaba ya muy perjudicado. Me fui un viernes y el lunes siguiente me puse a trabajar para la bolsa del SEPE como administrativo en una Oficina de Empleo. Allí nos formaron, y el director provincial del SEPE me dijo ‘oye, ¿por qué no te sacas una oposición?'.
Le di vueltas a aquello porque mi pareja también está fija en la Administración, y como estaba de fija discontinua, me decían ‘creo que puedes probar’. Me pasé por el CEF.- y hablé con los jefes de estudios. Yo conocía esta oposición porque vengo de la rama social, y pensé que era la más afín a mis estudios, en paralelo también con la de Gestión de Empleo de la Comunidad Autónoma. También soy hijo de funcionario y mi padre, que en paz descanse, con cincuenta y pocos años era militar, pasó a la reserva activa y se sacó la oposición de Auxiliar de la AGE con unos 54 años. Y luego con 56 (se aburría) se sacó la de Oficial Administrativo de la AGE. ¿Se puede con más de cincuenta? Pues sí se puede sí.
Además ya tenía experiencia trabajando ante la Administración del Estado, a nivel de gestoría o asesoría, y también como empresa, como administrado. Y dije: ‘¿por qué no pruebo a estar en el otro lado?’. Al entrar en una Oficina de Empleo atendiendo a la gente (tenía funciones de interino y resolvía; era de los que le gustaba resolver), pensé ‘oye, no está tan mal esto del funcionario gris...’. Ese fue el motivo, además de para labrarme y asegurarme un futuro hasta los 65 o 67 años.
¿Por qué con el CEF.-? ¿Cómo lo conoces?
Yo había hecho ya un curso de Técnico Contable con el CEF.- en 2006 estando en el holding de moda. Este se partió en franquicias y dejé de gestionar 10 empresas y 100 trabajadores, por lo que al final me sobraba tiempo y me reclasifiqué. Me fui a lo contable o fiscal porque había esa necesidad en el holding. Vi que el CEF.- era un empresa solvente, me gustó mucho el profesor que tuve en su día, el estilo de las clases, lo prácticas que eran. Me vino muy bien y aprendí muchísima contabilidad. Cuando decidí meterme en la oposición sabía que no podía ir a pelo, y pensé en las principales academias que todo el mundo conoce, entre ellas el CEF.-.
Y como era miembro de la ACEF.- desde siempre -actual Alumni+ CEF.- UDIMA-, siempre me han llegado las revistas y los catálogos. En uno de ellos vi la ratio de aprobados de las oposiciones: si de las instancias que se presentan aprueba un 15% y de ese el 8% es del CEF.- pues puede ser una buena opción para prepararla. Hay quienes te animan y quienes te echan más para atrás. Una vez uno me dijo ‘haz lo que veas, quizás seas un poco maduro para esto’. Son cosas que no se dicen directamente, pero que a buen entendedor pocas palabras bastan.
Además, opositor de pandemia. ¿Cómo ha sido?
Es difícil... en mi caso empezamos a preparar el curso con Gema, una profesora muy competente, y enganchamos muy bien la gente que íbamos, un grupo chiquitín, muy bien avenido. Todos maduros, sabíamos lo que queríamos (no perdíamos el tiempo), y nos presentamos al test y aprobamos las tres cuartas partes de la clase. Eso nos animó a prepararnos el segundo, pero ¿qué ocurrió? Nos examinamos del segundo y se quedó parado hacia noviembre de 2019; llevaba sólo seis meses de preparación. Pero se pararon las lecturas por la pandemia y, sin saber la nota, nos tuvimos que poner a preparar el tercero también (con Panizo). Ya en junio de 2020 (terminando el Estado de Alarma), fue cuando nos dieron las notas. Y ahí fue donde caí. Suspendí en esa primera convocatoria a la que me presenté.
Lo que fue la preparación en sí no fue especialmente dura. Yo estuve un año en el desempleo, estaba cubierto: los del SEPE se retrasaron y me llamaron en plena pandemia (mayo de 2020). Durante ese año lo que hice fue planificarme una rutina: todos los días hacer deporte, darme un paseo importante, y todos los días estudiar. Había días que estudiaba ocho horas y días que estudiaba 12 o 14 horas. Ese año yo sí que lo aproveché, estudié muchísimo. Aunque el factor suerte existe, por supuesto. Pero para mí el palo no fue la pandemia en sí (me vino fenomenal para estudiar), sino cuando me preparé el tercero, me volví a poner a trabajar y me suspendieron. O suspendí, porque el que suspende es el opositor.
Para mí lo más duro fue cuando suspendí y entonces estuve un mes sin estudiar (julio de 2020), valorando volverme a preparar o no. Quitando el último mes, porque la espera también lo es, lo más duro para mí fue superar esa frustración y decir ‘he visto la iluminación’. Pero claro, si yo me entero un año antes de que iba a suspender lo habría preparado de otra manera... Pero como no lo sabíamos teníamos que ir a por el tercero sin saber la nota del segundo. Ese fue el golpe más duro, suspender y decir ‘voy a volver otra vez al carro’.
¿Y cómo lo superas? ¿Qué te empujó a volver a la carga?
Te digo una cosa: si llego a suspender esta última vez, aunque no puedo decir ‘de esta agua no beberé’, seguramente no me lo habría preparado más. Pero en ese momento pensaba ‘es que es una inversión’. Me he preparado mucho el práctico de la Seguridad Social y dije ‘donde tengo que meter caña es en el segundo’. Codos, codos, codos. En el test de esta última convocatoria (2019) me guardaron la nota, y en el segundo saqué una nota aceptable. Donde tenía yo el déficit era en el segundo, a lo mejor es por ser del baby boom que me gusta entender las cosas, no aprendérmelas de memoria. Y me costaba empollarme los temas y ser más literal. Pero hubo suerte también y los temas que me preguntaron eran los que mejor me llevaba. Por eso digo que el factor suerte también existe.
¿Opositar es para todo el mundo? ¿Qué cualidades crees que hay que tener?
¿Opositar es para todo el mundo? No. ¿La cualidad? La constancia y la regularidad. Uno puede tener una regularidad ‘operación bikini’ de estudiar durante tres meses y pensar ‘como soy joven y vivo de las rentas saco tipito’. Pero cuando estás muy pasado si quieres estar bien necesitas un año. Necesitas planificarte mínimo un año, dos o tres. Yo he estado tres años y tres meses. Y decir: ¿puedo permitirme el lujo de estar dos o tres años opositando? Porque es como un plan de negocio de una empresa: sabemos muy bien los gastos pero los ingresos no. Muchos planes se hunden por eso. Dices ‘en un año me la saco, en dos...’ pero no lo sabes.
¿Es una inversión? Sí, ¿pero cuánto estoy dispuesto a invertir? Pues un año, dos o tres de mi vida. Hay que tener unos recursos económicos mínimos. Tener tiempo para estudiar, calidad de estudio, hábito de estudio y fuerza de voluntad. Y ser medianamente inteligente... Tener buenos preparadores y profesores, y sobre todo aprovechar los consejos que dan.
¿Qué consejo darías a alguien que también lleva tiempo y no ve la luz al final del túnel?
El quid de la cuestión es cuánto estoy dispuesto a invertir de mi tiempo, dinero, de mi sacrificio personal, de mi familia... Porque es cierto lo que te dicen siempre los profesores: “La oposición no la haces tú, la hace la familia”. No es lo mismo un chico que acaba de terminar la licenciatura en Derecho y se mete en oposiciones, con el colchón de dos o tres años de los padres... Que no me interpreten mal, también es una puñeta porque luego mucha gente se quema con la oposición -al haber empezado tan pronto-.
Por otro lado, cuando tienes una edad eres más maduro. Yo me dije ‘estoy dispuesto a invertir dos, tres años, vale; pero ya no más’. Ya no más porque no puedo económicamente, familiarmente; ni mi equilibrio personal e intelectual puede con ello.
¿Quién pone ese coto? El económico todo el mundo lo sabe más o menos. El familiar, qué obligaciones tiene uno... Es decir, ¿cuánto tiempo puedo aguantar este ritmo de estudio sin que se me vaya la cabeza? Fíjate, a mí me ha venido bien trabajar. Estuve un año pero necesitaba ya trabajar, aún sin saber la nota. ¿Por qué? Porque si trabajas y te llevas un golpe, lo llevas mejor. Lo suyo es tampoco centrarse sólo en la oposición. Si es mi único objetivo en la vida ...si me sale mal la cago, me hundo. Si puedes tener un trabajito a tiempo parcial...es un buen momento para opositar. O estar con los hijos y mientras preparar la oposición.
En mi caso quiero aprovechar para mencionar a mi hija Celia, de 15 años, que en este momento (julio 2022) está enferma en el hospital, aunque esperamos su alta para dentro de unas semanas. Ella siempre confió en mí, y cuando suspendí la anterior convocatoria me animó a seguir porque estaba segura de que lo conseguiría. Me motivó muchísimo, ya que en sentido contrario otras personas me conminaron a dejarlo.
¿Tener cierta edad... no supone entonces una barrera para opositar?
La edad es un hándicap. Con cincuenta años no es lo mismo trabajar ocho horas sentado y luego otras ocho, porque terminas física e intelectualmente machacado. Te pasa factura a la salud, también hay que tenerlo en cuenta. Hay que estar bien de salud, mantener un poco de actividad deportiva. Tener un día a la semana que no estudio, un día de vacaciones... y no decir ‘voy a estudiar todos los días 12 horas’, no. Hay que descansar, porque además viene muy bien para reflexionar y asentar conocimientos.
Desde un punto de vista cerebral o fisiológico, las personas más maduras sí que tienen más vocabulario o entendimiento. La rapidez mental es un hándicap para los jóvenes. El segundo ejercicio era mi bestia negra a batir, me lo decían los profesores. Pero el tercero que era el práctico, que este año se ha dicho que era un examen tramposo... tenías que sentarte y leerlo, leerlo y leerlo. Y tener esa madurez de ver los ‘gambitos’ y los cebos, como un jugador de ajedrez. Tener más edad te da una manera de ver las cosas que a mí me ayudó a superar el tercero. Además con mejor nota que otros compañeros que lo llevaban mejor que yo.
¿Recomendarías hacer una oposición sea cual sea la situación?
No, hay que analizarlo, valorarlo. Te lo tienes que creer, eso lo primero. Si tú no crees en ti mismo apaga y vámonos. Lo segundo, meditar. Hacer números. Hablarlo con la familia, los hijos (el que los tenga), la pareja... ver si me termina el paro, si tendré posibilidades de trabajar en esto o no... Esto es como un partido de Rafa Nadal: no es un partido de una hora, sino de seis horas. ¿Mi cuerpo se va a romper como el del pobre Rafa? A lo mejor mentalmente estoy preparado para superarlo, como Rafa, pero nuestro entorno personal, familiar y profesional igual no. Se tiene que dar la tormenta perfecta.
Se lo digo a todo el mundo: ese tercer examen lo llego a suspender y muy difícil que me lo siguiera preparando. Si llego a saber, y es duro lo que te voy a decir, el precio que se paga por esos tres años y tres meses de oposición, y me lo dicen antes, a lo mejor no me hubiera presentado. Aun sabiendo que voy a aprobar. Porque el sacrificio es muy duro. Hay que saber lo que se paga, y la factura es alta. Hay que meditárselo muchísimo.
¿Pero el saldo ha merecido la pena?
Sí, por supuesto, a nivel profesional ha merecido la pena. Ya no volveré a tener dolor de cabeza hasta que me jubile. Pero a nivel de sacrificio personal, ya cuando tienes cierta edad, cuidado. Hay que pensarse muchas cosas y valorarlo bien. No es aprovechar dos años de paro y decir ‘me saco una oposición’. Es que no te la sacas. Es ‘me preparo una oposición’. Y no son dos años, no, son más. Siempre hay cerebritos y luego el factor suerte, pero es un 1%.
¿Qué te llevas del CEF.-?
De los profesores me llevo el contacto humano. La relación. Eran personas muy cercanas con las que se podía hablar. Tenían sus puntos, no se les olvidaba que eran profesores, pero el factor humano era muy importante. Y con la gente más madura, porque no soy el único que la aprobado con cierta edad, tenían mucha mano izquierda. Sabían tratarnos muy bien. Al igual que nosotros en las clases, presenciales o telepresenciales, dábamos cierto empaque, constancia y seriedad. Y eso también era importante.
De hecho, en el último grupo con el que estuve, el intensivo de los sábados por la mañana, todos teníamos obligaciones y cierta edad. No había ambiente universitario. Simplemente éramos personas con unas ojeras enormes porque a uno no le había dejado dormir el niño, otro ha tenido un mal día en el trabajo... otro no duerme porque no tiene trabajo y no puede pagar la letra... Ese punto y sensibilidad de los profesores hacia las personas con cierta madurez a mí me ha encantado.
Tengo que decir que me han tratado muy bien. Cuando me suspendían los supuestos prácticos Emilio, Panizo, Pablo, Gema, con Paloma (no me quiero dejar a ninguno), yo les daba las gracias por suspenderme. Porque decía ‘y por qué me has suspendido’ y me lo decían y les contestaba ‘ah, pues gracias’. Porque decía ‘uy, que le veo las orejas al lobo’. Eso es lo mejor del CEF.-: me daban los consejos idóneos para estudiar lo que debía en cada momento, y no perder el tiempo en otras cosas. Y sobre todo: contestar a lo que te preguntan, y luego ya si tienes tiempo, expandes.
Y vi la luz. Ese método de estudio a mí me lo ha dado el CEF.-; me lo han inculcado sus profesores. Y si bien todo jefe de estudios tiene una tarea difícil, tengo que reivindicar personalmente a Ángela de las Heras, que se ha portado muy bien conmigo. Puedo decirlo porque como ya he aprobado... Era como la II República: muy denostada y muy querida por todos. Yo personalmente digo que ‘chapó’.