Internet y los nuevos modelos de negocio: ¿un trabajo digital desprotegido para sustituir al trabajo tradicional?
Eugenio Lanzadera, secretario general de UDIMA, durante su charla en CEF.-. este jueves.
“Ese trabajo que se defendía como amistoso, ¿sigue siéndolo cuando se hace con una plataforma? Esta, al final, actúa como una empresa”. Eugenio Lanzadera lanzó esta reflexión este jueves en su charla sobre “El trabajo a través de plataformas digitales”. En la sede del Centro de Estudios Financieros (CEF.-), el secretario general de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) brindó a los asistentes su visión sobre la evolución del trabajo por la revolución de Internet y la digitalización, y favoreció el debate.
“¿Estamos inventando un nuevo trabajo o modelo que no exista, o se trata de una nueva forma de trabajar?”. A través de esta pregunta, el Doctor en Derecho recordó la “evolución de 2 siglos” sufrida en el terreno laboral. Con la revolución industrial se extendió la producción en fábricas, en la que los empleados soportaban unas duras condiciones laborales para ganar un sueldo con el que subsistir. Esa precariedad favoreció el surgimiento de sindicatos, que pretendían “mejorar las condiciones de trabajo, protección social y seguridad”, declaró.
Sin embargo, las condiciones logradas “no se aplican en el trabajo digital”, consideró. “La libertad en Internet puede hacer que las grandes empresas se aprovechen de una fuerza de trabajo muy precaria para obtener mayor rendimiento y rentabilidad”, explicó Lanzadera. Según expuso, Internet se concibió como un “espacio de libertad” en el que se han establecido muchas empresas aprovechando las ventajas en costes. En un entorno digital, las compañías no tienen que preocuparse por mantener un lugar de trabajo.
“El teletrabajo es una relación laboral por cuenta ajena en que el empresario exonera la asistencia al centro de trabajo”, pudiendo producir el empleado “en cualquier sitio bajo la órbita de la organización”, analizó el profesional de UDIMA. A través de un portátil o un Smartphone, “el trabajador no está en ningún sitio, sino que está en todas partes”, sin atención a horarios, afirmó Lanzadera. Además, advirtió, “está geolocalizado y controlado”. Por ello, “la libertad convierte al trabajador en un esclavo”, opinó.
La digitalización ha impulsado la creación de plataformas digitales basadas en la economía colaborativa, como Blablacar, Airbnb o Dogbuddy. Su intención es que los usuarios compartan servicios que pueden ofrecer con aquellas personas que lo desean, pero todas las plataformas “se llevan su comisión”, alertó el ponente. Se trata, por tanto, de un trabajo “bajo la organización y dirección de una empresa”, que te proporciona las órdenes y los clientes. Pero con la libertad que da Internet.
También se trabaja para aplicaciones en las que “el jefe es un algoritmo”, expresó Lanzadera. El trabajador se da de alta en una app, recibe encargos y cobra por tarea. “Aparentemente el trabajo es por máquinas, pero detrás se esconden millones de turcos que lo hacen”, descubrió, citando a Amazon. En ambos casos, “las modalidades de pago a través de Internet no pasan por un banco: se pueden excluir de la fiscalidad”, anunció. Como solución, se decantó por blockchain. “Es transparente, puedes ver todas las transacciones y queda registrado todo lo que haces salvando tu identidad”, enumeró.
A pesar de los aspectos positivos que, asumió Lanzadera, tiene el trabajo digital, la libertad de Internet hace que el empleado quede desprotegido jurídica, laboral y fiscalmente. “¿Quién te protege trabajando en casa, con tu ordenador? ¿Trabajas para una plataforma o para un cliente, cotizas como autónomo o como trabajador por cuenta ajena, qué relación laboral tienes con tu empresa? ¿Con quién hablas? ¿Debería existir un cuerpo de inspección digital?”, se preguntó el profesor de UDIMA.
Lanzadera detalló que el las plataformas digitales “pueden hacer que muchos de los recursos del Estado no lleguen donde tienen que llegar” si aumenta el número de autónomos a través de este tipo de “economía sumergida”. “Tenemos que ser conscientes de la importancia de sostener los recursos públicos del país. Cuando no hay un marco legal, no hay nada”, advirtió el doctor en Derecho. Por ello, apostó por “respetarlo aprovechando estos recursos” en lugar de “destruir las condiciones de trabajo digno reguladas durante 2 siglos”.