Formación telepresencial, cuando educarse no depende de tu lugar de residencia
La pandemia del coronavirus y el confinamiento que conllevó fue uno de los mayores desafíos para la educación, pero, al mismo tiempo, la demostración de que el ingenio para hacer frente a la adversidad no tiene límites. Nadie duda ya de que la formación online salvó los muebles, y las instituciones educativas que basan su modelo en este contexto, como la Universidad UDIMA, no solo cumplieron sus objetivos, sino que fueron espejo para terceros.
Por Luis Miguel Belda
La supuesta batalla entre dos modelos educativos, el presencial y el online, llegó a su fin. Los primeros hubieron de adaptarse y el mercado tecnológico estuvo a la altura, dotando de las herramientas precisas que garantizaran la continuidad de la enseñanza, aun en circunstancias tan adversas como aquellas.
La historia, que se caracteriza por ser cíclica en algunos aspectos, nos enseña que todo es susceptible de repetición, pero para entonces los centros educativos se puede decir que ya están preparados.
En este contexto, surgió la necesidad de dar un paso más, como cuando en su día se mejoró la formación a distancia, pasando del correo postal al modelo online, lo que fue posible desde entonces con la incorporación masiva de internet a nuestras vidas. Así surge la formación telepresencial, que no es sino aquella que permite la interacción entre profesor y alumno en las mismas condiciones que si fuera presencial, que es la que, desde la década de los 80 caracteriza y define la que se imparte en el CEF.- Centro de Estudios Financieros .
El modelo telepresencial alcanza a ser la tercera vía, junto al presencial y el online, y una solución importante para este último, pues refuerza los lazos de unión entre el docente y sus alumnos, así como los de los alumnos entre sí. Solo requiere de tecnología, ya existente y avanzada, la que permite las videoconferencias comunes entre las personas, que en este estadio se refuerza con herramientas específicas para que el profesor pueda compartir sus conocimientos con sus alumnos como si estos estuvieran justo frente a ellos.
Se puede afirmar que este cambio general, pasar de presencial a telepresencial, ha sido una de las mejores respuestas que se ha dado en el ámbito de la educación al drama que supuso la pandemia de la COVID. Una pandemia que ha supuesto, y aún supone, un gran dolor para miles de personas y un cambio en el modelo de nuestras vidas, en nuestro comportamiento ordinario, en nuestro marco de relaciones con los demás.
Pero nuestra sociedad ha vuelto a demostrar su capacidad, no solo de resistencia, o como lo llaman ahora, resiliencia, sino que ha innovado como nunca. Y la respuesta a este drama ha sido, en lo laboral, el teletrabajo, que ha permitido no paralizar la economía del país. Y en la educación, lo telepresencial, que ha permitido a los alumnos seguir formándose e interactuar con sus profesores como si estuvieran en una clase presencial.
Algunas ventajas de la formación telepresencial
¿Como se desarrolla la formación en telepresencia? Este modelo de utiliza internet como vehículo formativo y, entre docente y alumnos se interactúa ‘on line’ mediante videoconferencias. Es un modelo similar a la formación presencial con sus horarios y materias programadas, pero sin los límites de localización.
Esto, que no es ‘pecata minuta’, permite a los habitantes de entornos rurales o de territorios más despoblados asistir a las sesiones formativas sin necesidad de desplazarse a otra ciudad más grande de su provincia, así como, al mismo tiempo, evitar desplazamientos en las grandes ciudades.
Los estudiantes pueden hacer preguntas al docente y seguir las explicaciones en riguroso directo. Este modelo permite asistir a clases sin moverse de casa, pero, y no está de más subrayarlo, manteniendo la interacción inherente a la formación en presencia.
Al presidente fundador del Grupo Educativo CEF.- UDIMA, Roque de las Heras, le gusta recordar que es nativo de lo que llama “un pueblecito de la provincia de Burgos”, y suele compartir en foros públicos y en sus encuentros con alumnos, que, de joven, cuando se propuso cursar la licenciatura de Ciencias Empresariales hubo de desplazarse necesariamente a Madrid. “Este desplazamiento para formarme”, cuenta, “supuso, en la práctica, abandonar mi pueblo y establecerme ya en Madrid. Pero hoy, con la formación telepresencial, podría haber adquirido los conocimientos que necesitaba y seguir viviendo en mi pueblo”.