Blanca Bardín (Tax&Legal PwC España): "La IA es una oportunidad única para modernizar la abogacía"
La Alumni+ CEF.- UDIMA (Asociación de Antiguos Alumnos del Grupo Educativo), organizó este lunes una ponencia gratuita de primer nivel. Tanto por el tema como por la ponente escogidos. La directora de Tax & Legal de PwC España, Blanca Bardín, analizó el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito legal. Combinando reflexiones sobre las oportunidades que brinda y un análisis crítico de los retos que plantea, quedó patente que el uso de esta tecnología en la abogacía no es una cuestión de futuro, sino una realidad en plena oportunidad que deben abrazar sus profesionales para no quedar obsoletos.
Redacción CEF.- UDIMA
Desde el inicio de su exposición, Bardín dejó claro que la IA no es una amenaza, sino una herramienta poderosa para mejorar la eficiencia, la precisión y la accesibilidad de los servicios legales. No obstante, subrayó que el éxito de su implementación dependerá, en gran medida, de cómo las firmas legales, los despachos y los profesionales individuales “adapten sus procesos a esta nueva realidad”.
Para demostrar a los asistentes el verdadero potencial de esta tecnología, la ponente trasladó varios de los usos actuales de la IA en el sector jurídico. Bardín destacó cómo el procesamiento de lenguaje natural (NLP, por sus siglas en inglés) y el machine learning están transformando tareas que tradicionalmente consumían mucho tiempo. Por ejemplo: la revisión documental, la redacción de contratos y la búsqueda jurisprudencial; áreas donde ha demostrado un gran potencial para reducir tiempos y costes operativos.
En este contexto, la responsable legal de PwC señaló que herramientas como los asistentes legales (bots) basados en IA pueden analizar grandes volúmenes de documentos en cuestión de minutos, identificando cláusulas relevantes o posibles riesgos legales. Este nivel de automatización no solo incrementa la productividad, sino que permite a los abogados centrarse en tareas más estratégicas y creativas, como el asesoramiento personalizado o la elaboración de estrategias legales complejas.
Sin embargo, Bardín no ignoró los retos que conlleva esta revolución tecnológica. Uno de los principales desafíos radica en la fiabilidad de las herramientas de IA. La ponente explicó que, aunque estas tecnologías han avanzado notablemente, aún presentan limitaciones en cuanto a la comprensión del contexto y la interpretación matizada del lenguaje legal. Por este motivo, insistió en que la supervisión humana seguirá siendo indispensable para garantizar la calidad y precisión de los resultados.
Otro aspecto clave es la privacidad y la seguridad de los datos. Según Bardín, la adopción de soluciones basadas en IA requiere un escrupuloso cumplimiento de las normativas de protección de datos, como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa. Esto cobra especial relevancia en el ámbito legal, donde la confidencialidad de la información es un pilar fundamental. Además, instó a las empresas y despachos a implementar medidas de ciberseguridad robustas para prevenir posibles filtraciones o ataques.
Nuevos roles, nuevos abogados
Durante su intervención, Bardín reflexionó sobre cómo la irrupción de la Inteligencia Artificial está redefiniendo el perfil profesional del abogado. Según explicó, las competencias técnicas relacionadas con el manejo de herramientas digitales y la comprensión básica de algoritmos y modelos de IA se están convirtiendo en habilidades cada vez más demandadas en el sector legal.
La experta de PwC enfatizó que los abogados no necesitan convertirse en programadores, pero sí entender cómo funcionan estas tecnologías para integrarlas de manera efectiva en su práctica diaria. En este sentido, abogó por una actualización constante de los planes de formación, tanto en las universidades como en los programas de desarrollo profesional continuo. “Estamos ante una oportunidad única para modernizar el sector legal, pero ello requiere un esfuerzo colectivo por parte de instituciones educativas, colegios profesionales y empresas”, afirmó.
Además, Bardín analizó cómo la IA está afectando al rol tradicional del abogado. En lugar de reemplazar a los profesionales humanos, la ponente consideró que la IA actúa como un complemento que amplía las capacidades de los abogados. Por ejemplo, al automatizar tareas repetitivas, los abogados pueden dedicar más tiempo a actividades que requieren habilidades humanas, como la negociación, la resolución de conflictos o la interpretación de normas jurídicas en contextos específicos.
Otro cambio relevante que destacó es el aumento de la interdisciplinariedad en los equipos legales. Con la creciente integración de la tecnología, los despachos de abogados están incorporando perfiles diversos, como ingenieros informáticos, expertos en datos y analistas tecnológicos. Según Bardín, esta colaboración entre disciplinas es esencial para abordar los retos complejos que surgen en la intersección entre el derecho y la tecnología.
Una cuestión de "confianza"
En un punto especialmente relevante de la ponencia, Bardín abordó las implicaciones éticas y regulatorias del uso de la IA en el sector legal. Según señaló, una de las principales preocupaciones es garantizar que las herramientas basadas en IA actúen de manera imparcial y transparente. Esto es particularmente importante en aplicaciones como la predicción de sentencias o la evaluación de riesgos legales, donde sesgos inadvertidos en los algoritmos podrían generar decisiones injustas o discriminatorias.
Para mitigar estos riesgos, Bardín destacó la importancia de establecer marcos regulatorios claros que guíen el desarrollo y la implementación de la IA. En este sentido, mencionó los esfuerzos de la Unión Europea por liderar la regulación ética de la Inteligencia Artificial, con iniciativas como la propuesta de Reglamento de IA. Según la ponente, este tipo de normativas son fundamentales para generar confianza en las tecnologías y garantizar su uso responsable.
Además, Bardín subrayó la necesidad de que los despachos de abogados y las empresas adopten códigos de conducta internos que regulen el uso de la IA en sus operaciones. Estos códigos deben incluir principios como la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a los derechos fundamentales. “La tecnología no es neutral; es un reflejo de las decisiones humanas que la moldean. Por eso, los profesionales del derecho tienen la responsabilidad de asegurarse de que su uso esté alineado con los valores éticos y legales”, concluyó.
A través de ejemplos prácticos, casos de uso y recomendaciones estratégicas, Bardín animó a los asistentes a adoptar un enfoque proactivo ante esta transformación tecnológica. Según sus palabras, el éxito no radicará únicamente en la capacidad de las organizaciones para implementar herramientas de IA, sino también en su "compromiso por integrar la tecnología de manera ética y sostenible", garantizando que beneficie "tanto a los profesionales como a los clientes" y a la sociedad en su conjunto.