Reflexiones en el 20º aniversario del MBA del CEF.-: Toca aguantar los tipos altos y el freno de la globalización
Imagen de la conferencia durante el 20º aniversario del MBA del CEF.- en Madrid.
Como oportunidad de networking "más amplio" y "fresco" se congregó a todas las promociones del MBA del CEF.- Centro de Estudios Financieros para celebrar su 20º aniversario. "También las antiguas", como se había intentado justo antes de la pandemia, comentaba el heredero del máster y jefe de estudios Santiago Hernández. Una jornada la de este viernes, que además de para "cohesionar" como apuntó el fundador del CEF.-, Roque de las Heras, también sirvió para reflexionar sobre dos grandes temas: inflación y globalización.
Por Alberto Orellana
Del primero se encargaron el fundador del MBA, Sotero Amador (en calidad de moderador) junto con Antonio Miguel Carmona (vicepresidente de Iberdrola y anterior docente en la escuela de negocios) y Francisco Marhuenda (director de La Razón). También les acompañó en remoto el fundador del MBA en el CEF.- Barcelona, Enrique Cañizares. Realmente no había mucho que debatir; la situación y vías de escape de la inflación estaban claras.
La inflación, ese fenómeno malicioso, ha encarnado el papel de un cáncer, uno con "metástasis", lamentaba metafóricamente Carmona. Y la economía española y mundial es el paciente. Ha generado una situación "demoledora", compartía Marhuenda, sobre todo para los déficits estructurales de España. Todo con el telón energético y de suministros de fondo, sin saber cuánto durará. La de Ucrania será una guerra "larga", decía el periodista, y aunque la economía mejore y el PIB emerja... "seguiremos teniendo la misma deuda".
Por su naturaleza, la inflación (que afecta al nivel de precios y este a la producción) "no puede ser temporal", explicaba el de Iberdrola. Pese a que lo hayan dicho algunos Gobiernos "es una contradicción in términis: si hay pandemia y se congela la producción y se mete mucho dinero para dar renta a familias y empresas (ERTE) aumenta la inflación. Si añadimos el transporte de chips, la guerra de Ucrania... Es gravísimo".
Ahora bien, si la inflación es una neumonía (no tiene solución corta de constipado, proseguía Carmona metafóricamente), no debemos olvidar que ante todo es un fenómeno monetario. Exclusivamente. Y es ahí donde hay que actuar. Las causas son diversas, y hasta la propia herencia del combate por salvar el euro en 2008 ha jugado su papel, como diría después el docente José Ramón Ferrandis. Pero la solución pasa por manipular el centro del problema: la masa monetaria. ¿Cómo?
Enfriar y gastar poco
Ahora cada país tiene escenarios diferentes, es verdad, pero esta 'enfermedad' es "transversal", insistía Marhuenda, quien no terminaba de aplaudir la demanda desde la UE y el BCE de "enfriar la economía" hasta ver si funciona. Pero no estaba ciego, y sabía como Carmona que sólo queda reducir la masa monetaria para reducir precios. ¿Esto reducirá la producción y con ello el desempleo? "Sí, pero hay que elegir entre los efectos secundarios de la medicina o los de no salvar la vida", aseveraba Carmona.
"La inflación destruye la demanda, ésta la oferta, ésta el empleo" y así se destruyen "los países". Si no enfriamos la economía "esto se dispara" y "destruye la estructura". Por ello no se puede aumentar el gasto público, pues generá más déficit y más deuda, que el BCE ya no compra. Además de mantener una política fiscal "neutra" (subir impuestos en recesión es malo, bajarlos en inflación también), ambos reclamaron un acuerdo sobre las rentas y reorientar el dinero a "la economía productiva".
Mirar a un lado (EE.UU.) o al otro, tampoco servirá, pues estamos en un contexto de regresión de la globalización, con la guerra de Rusia y la crisis de cadena de suministros generando un "tsunami" que no invitan a una política presupuestaria expansiva. Y la electricidad como punta del iceberg de la crisis energética. Con el aumento de sus CFS o bonos anti quiebra, las empresas americanas sólo intentan protegerse de la ola que viene.
De lo global al 'near sourcing'
Uno de los elementos que pone de manifiesto el momento de "freno" que empieza a experimentar la globalización es esta acción de repliegue por parte de Estados Unidos. Así lo desgranaba José Luis Kaiser desde Washington, donde es director general de Comercio de la Embajada de España. En los próximos años ya no hablaremos igual de la globalización, pues la pandemia ha puesto de manifiesto ciertas "ineficiencias" y sobre todo "dependencias" de algunos países respecto a las cadenas globales de suministros.
Los norteamericanos ya han puesto manos a la obra ante ese retroceso, aunque no tengan dependencia energética, recortando las cadenas de suministros y acercándolas dentro de sus fronteras y en Canadá y Méjico. Quedarse en lo local, lo máximo posible, de los centros de producción y venta, o near sourcing, comentaba Kaiser. La globalización va hacia lo más cercano, como empiezan a hacer ya empresas en Europa.
Así, pese a que la globalización fue un "hallazgo magnífico" la bonanza que vivíamos desde prácticamente los años 50 hasta la crisis de 2008 se ha tornado en incapacidad. Para exportar e importar (también positivo), recalcaba José Ramón Ferrandis. Técnico Comercial y Economista del Estado, destinado sucesivamente en Washington, Moscú y Riad, Ferrandis repasaba cómo esa crisis de salvamento del euro y el control de China del intercambio de materias primas nos ha llevado a esta "dinámica de freno" que es "terrible".
Porque ya no exportan e importan quienes tienen ventajas competitivas o especialización en materias. Lo hacen quienes tienen "políticas de precios, controlan los mercados o tienen subordinación general". Y ambos han advertido de que, aunque la guerra no afectará estructuralmente a la "pérdida de predicamento" de la globalización, la seguridad y defensa serán variables de "mucho peso" en el futuro.
Dependencia energética
En medio de esos dos grandes bloques (EE.UU. y China) estamos Europa, la UE y España. Los americanos tratan de mantenerse y cubrir su dependencia, no energética, pero de suministros y componentes desde Asia. Los chinos, que mienten hasta en sus cifras poblacionales, necesitan un mercado para sacar "todo el excedente" del que dependen para seguir creciendo, afirmaba Kaiser. Porque para ellos crecer a un 4% es "casi recesión". Y tienen que afrontar un sistema que otorgue poder adquisitivo a su clase media.
Europa, que no puede comerciar ya tan alegremente en China, y España, que depende energéticamente de la primera, achican agua como pueden. Nosotros somos potencia en renovables, lo que puede ayudar, pero "llevará tiempo" y supondrá costes mayores aunque ahora sean más baratas, matizaba Kaiser. Porque transformar una economía basada en estas fuentes implicará mayores cambios estructurales. De llegar, ha dicho, no será antes del 2030 o 2040.
Ya lo avanzaba el director de La Razón: "El tema energético seguirá siendo grave, y no tendremos a corto plazo postes de recarga eléctrica, ni alternativas, y dependeremos de que nos suministren el petróleo". Se ha visto claro: la energía es fundamental. Y además España ha recibido sistemáticamente población de África que, a nivel económico, "no aporta elementos constructivos para mejorar", ha dicho Ferrandis.
En principio la capacidad poblacional del continente africano hace pensar que son el futuro, por sus bajos costes de producción, si logran especializarse y librarse de los intentos colonizadores de China, Rusia, Egipto y hasta Marruecos. El problema añadido es... que se encuentran con ese retroceso de la globalización. Difícil salida. Como la que tenemos nosotros a nivel monetario: "El Estado ha cedido por arriba hacia la UE y a las CC.AA. lo que restaba". "El Gobierno puede mover los impuestos pero no incrementar la riqueza que transfieren", resumía Ferrandis.